“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo… acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe…” Hebreos 10:19-22 (RVR1960)
Cuando Cristo murió, el velo del templo se rasgó (Mateo 27:51). Este acto
simboliza que ya no hay separación entre Dios y nosotros. Antes, solo el sumo
sacerdote podía entrar en la presencia de Dios una vez al año. Ahora, por medio
de Jesús y Su sacrificio, podemos acercarnos con confianza, no por méritos
humanos, sino por gracia divina.
Hebreos 10 afirma que tenemos libre acceso al Padre por la sangre de Cristo.
Esa es la base de nuestra comunión: una gracia inmerecida que nos invita a
entrar, no a huir.
💭 Reflexión:
Muchas veces sabemos que Cristo murió por nosotros, pero seguimos viviendo como si no tuviéramos acceso a Su presencia.Nos sentimos indignos, sucios, incapaces de acercarnos. Pero el Evangelio nos recuerda: no se trata de lo que hicimos, sino de lo que Él hizo.
Sin embargo, esta gracia no nos llama a la pasividad, sino a la entrega.
Dios no busca cristianos que sepan versículos, sino corazones dispuestos a vivir lo que creen.
Y eso implica morir a nosotros mismos, rendirnos al Padre, obedecer incluso cuando el alma quiere rebelarse.
La verdadera fe no es solo saberse la biblia… sino una transformación por medio
de Su palabra.
Es reconocer a Cristo como Señor y Salvador nuestro.
Es rendirse, confiar y obedecer aun cuando nuestra carne se resista.
La fe madura crucifica el “yo” para que viva Cristo.
Y eso no nos limita… nos libera.
🧠 la entrega voluntaria
transforma el carácter y fortalece la identidad.
Y rendirse a Dios no anula nuestra esencia… la purifica y revela.
✍️ Preguntas para meditar
• ¿He rendido de verdad mi vida a Cristo, o solo una parte?• ¿A qué cosas me aferro que me impiden obedecer con libertad?
• ¿Obedezco por amor… o solo por costumbre o miedo?
💡 Pensamiento del día
“Dios no necesita que lo entiendas todo… solo que confíes mientras caminas con Él.”🙏 Oración
Señor, gracias por haber rasgado el velo.Gracias por acercarte cuando yo me alejaba.
Hoy rindo mi voluntad a la tuya.
Hazme obediente, hazme sensible, hazme firme.
Que ya no viva yo, sino Tú en mí.
Amén.
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Tal vez alguien más esté luchando con su “yo” interior…y necesite saber que rendirse a Dios no es el final, sino el verdadero comienzo.
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