"Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad." — 2 Corintios 12:9 (RVR1960)📖
El apóstol Pablo conocía de cerca el dolor, la lucha y el quebranto. Cuando
pidió a Dios que quitara el aguijón que lo afligía, la respuesta divina no fue
quitar la carga… sino afirmar una verdad eterna: “Mi gracia te basta.”
No se trataba de cambiar las circunstancias, sino de abrir los ojos a un poder
que se perfecciona precisamente en nuestra debilidad.
La gracia no siempre cambia lo que enfrentas, pero transforma la forma en la
que lo enfrentas.
No elimina la lucha, pero sostiene el alma.
No se agota cuando fallas.
Se hace más evidente.
💭 Reflexión:
Hay cosas en el caminar con Cristo que, honestamente, no terminamos de
entender. Y la gracia de Dios es una de ellas.
¿Cómo explicar ese amor que se mantiene firme incluso cuando caemos?
¿Cómo entender que, aún después de fallar una y otra vez, Dios no nos cierra la
puerta?
Frente a Su santidad, muchos nos sentimos indignos, sucios, rotos.
Hemos tenido momentos donde hemos querido huir de Su presencia, no porque no lo
amemos, sino porque sentimos que no somos dignos de estar cerca.
Y, sin embargo… es justo ahí, en ese estado de miseria, donde la gracia nos
sorprende.
🙏 La fe que abraza la gracia es la que se atreve a volver, incluso después de
fallar.
No es una fe que finge perfección, sino una fe que se presenta rota, frágil,
humana… y que aún así dice:
“Aquí estoy, Señor.”
La gracia de Cristo no es para los impecables, sino para los sinceros.
Jesús no espera que llegues limpio: te limpia cuando llegas.
🧠 Según la Dra. Brené Brown, especialista en vulnerabilidad y vergüenza: “La conexión humana se profundiza cuando nos presentamos con autenticidad y sin máscaras.”
Esto
conecta profundamente con el corazón del Evangelio: Dios espera de nosotros
sinceridad.
Y la ciencia lo confirma: cuando somos vulnerables ante alguien confiable, el
alma sana. Y no hay nadie más confiable que Jesús.
💡 Porque Su amor no se retira ante nuestras heridas,
sino que las sana con compasión.
🧡 Cuando todos se alejan…
Hay momentos en los que incluso quienes más amamos nos fallan o se alejan de
nosotros.
Pero Cristo nunca se aleja.
Él se queda.
No retrocede ante nuestras heridas.
No se escandaliza de nuestras caídas.
Nos levanta con ternura… una y otra vez.
Porque Su gracia no es un boleto de salida fácil, sino un abrazo que restaura y
transforma.
🐑 La paciencia de un Pastor:
Cristo no se rinde contigo.
Aunque tropieces. Aunque huyas. Aunque sientas que ya no puedes más.
Él va tras ti.
Te llama con ternura.
Te atrae con cuerdas de amor.
Y no lo hace por obligación, sino por amor.
Un amor que no depende de lo que haces, sino de lo que Él es.
Él es fiel… incluso cuando tú no lo eres.
🔥 Un proceso que duele, pero transforma:
Dios no te desecha cuando fallas.
Él te toma de la mano. Te sana. Te enseña.
Y te sigue amando.
Su gracia no nos abandona donde nos encuentra, sino que nos levanta para seguir
caminando.
✍️ Preguntas para meditar:
- ¿Has sentido que Dios se aleja cuando tú fallas… o eres tú quien se aleja de Él por culpa?
- ¿Estás cargando algo que podrías haber entregado a Su gracia hace tiempo?
- ¿Y si tu debilidad fuera el lugar exacto donde Su poder quiere manifestarse?
💡 Pensamiento del día:
“Dios
no se cansa de empezar de nuevo contigo. Cada día es una nueva oportunidad para
volver, no porque tú lo merezcas, sino porque Él decidió amarte más allá de tu
comprensión.”
🙏 Oración:
Hoy corro a Ti, tal como soy: frágil, débil, con un corazón sincero.
No me sueltes.
Amén.
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Tal vez alguien más está creyendo que ya no hay esperanza…
y necesita saber que la gracia de Dios aún lo espera. ✨
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