"El
Señor está cerca de todos los que lo invocan, de todos los que lo invocan de
veras."
— Salmos 145:18 📖
🌅 La verdadera confianza no nace cuando todo va bien.
Cualquiera
puede sentirse seguro cuando el sol brilla, cuando la cuenta bancaria está
llena, cuando las relaciones funcionan y la salud está estable.
La
verdadera confianza se revela cuando sabemos a dónde ir cuando todo pesa.
Cuando
el piso se mueve bajo tus pies. Cuando las certezas se desmoronan. Cuando te
despiertas a las 3 AM con el pecho apretado y no sabes cómo vas a seguir
adelante.
En esos
momentos descubres si realmente confías o solo hablas de confianza.
Y aquí
está algo hermoso que tal vez no has considerado:
Hay
relaciones en tu vida que exigen fortaleza constante. Que requieren que estés
"bien" para poder acercarte. Que esperan que tengas todo bajo control
antes de pedir ayuda.
La
relación con Dios no es así.
Con Él,
no necesitamos máscaras perfectamente colocadas. No necesitamos discursos bien
armados sobre cómo estamos manejando todo. No necesitamos pretender que somos
más fuertes de lo que realmente somos.
Podemos
acercarnos tal como estamos—quebrados, confundidos, agotados, con más preguntas
que respuestas—porque Su cercanía no depende de nuestro desempeño.
Depende
de Su carácter.
Y Su
carácter es inmutable. Fiel. Constante. Lleno de gracia.
Confiar
en Dios es saber, en lo más profundo de tu ser, que siempre—siempre—hay un
lugar donde el alma puede descansar.
🌿 Reflexión
Déjame
decirte algo que podría cambiar cómo te acercas a Dios: La confianza con Él no
se construye desde la perfección.
No
tienes que llegar con todo resuelto. No tienes que esperar hasta que
"estés mejor" para acercarte. No tienes que arreglarte primero.
La
confianza se construye desde la certeza de Su presencia. Desde saber—realmente
saber—que Él está ahí.
Y
escucha esto porque es vital que lo entiendas: Dios no se ausenta cuando
fallamos.
No
desaparece cuando metemos la pata otra vez. Cuando caemos en lo mismo por
décima vez. Cuando rompemos esa promesa que nos hicimos a nosotros mismos.
No se
aleja cuando dudamos.
Cuando
hacemos las preguntas difíciles. Cuando no entendemos por qué permite ciertas
cosas. Cuando nuestra fe tiembla y nos preguntamos si todo esto es real.
No se
cansa de recibirnos cuando regresamos una y otra vez.
Como el
hijo pródigo que vuelve a casa. Como Pedro que lo negó y aun así fue
restaurado. Como todos nosotros que tropezamos y nos levantamos y tropezamos
otra vez.
Su
fidelidad no fluctúa con nuestras emociones.
Tus
emociones cambian cada hora. Tu fe tiene días buenos y días malos. Tu certeza
viene y va como las olas.
Pero Él
permanece.
Constante.
Inamovible. Fiel.
Y por
eso podemos correr a Sus brazos—no caminar cuidadosamente, sino correr—con la
seguridad absoluta de que no seremos rechazados.
No
habrá un "no hoy, estoy ocupado."
No habrá un "ya te perdoné demasiadas veces."
No habrá un "cuando estés mejor, entonces ven."
Su
abrazo no es una excepción ocasional que concede cuando está de buen humor.
Es una
constante diaria. Es Su postura permanente hacia ti.
Está
ahí cuando el corazón se quiebra en mil pedazos que no sabes cómo juntar.
Está
ahí cuando ni siquiera puedes explicar lo que sientes, cuando las palabras no
salen, cuando solo puedes gemir en silencio.
Está
ahí.
Y la
confianza espiritual—la verdadera, la que sostiene cuando todo lo demás
falla—no es tener control del futuro.
No es
saber exactamente cómo van a salir las cosas. No es tener un plan B perfecto.
Es
descansar en la certeza de que Dios ya está en ese futuro que tanto te asusta.
Y que
cuando llegues ahí—cuando llegues a ese lugar que ahora te aterroriza—Él estará
esperándote.
📜 Historia Bíblica
Hebreos
4:16 — Acercándonos con confianza
El
escritor de Hebreos nos da una invitación que cambia todo:
"Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia..."
Lee eso
despacio. Palabra por palabra.
El
texto no dice "temerosamente." No dice "cuando estemos
listos." No dice "si nos sentimos dignos." Dice "confiadamente."
¿Por
qué? Porque el trono de Dios, para Sus hijos, no es un lugar de condena. No es
una sala de juicio donde esperas el veredicto con terror.
Es un
trono de gracia.
Como un
hijo que corre a su padre sabiendo—absolutamente seguro—que será recibido con
amor. Que puede decir lo que realmente siente. Que no tiene que actuar.
Esa es
la relación que Dios te ofrece.
💡 Verdad Para Hoy
Graba
esto profundamente en tu corazón: Dios no es inaccesible. No es distante. No es
frío.
No es
un Dios sin emociones que solo registra tus oraciones en una base de datos
celestial. Es un Padre presente, cálido, que se conmueve con tus lágrimas.
Que
espera—ansiosamente espera—que confíes lo suficiente como para acercarte.
No a
regañadientes. No porque no haya otra opción. Sino con el corazón abierto,
sabiendo que Él está ahí.
Y aquí
está el punto que lo cambia todo: Dejamos de escondernos cuando fallamos.
Dejamos de distanciarnos cuando nos sentimos indignos. Dejamos de posponer el
acercamiento hasta que "estemos mejor."
Y
cuando dejamos de huir, descubrimos que siempre hubo un abrazo esperándonos.
No
apareció de repente. Siempre estuvo ahí. Solo que estábamos demasiado ocupados
corriendo en la dirección opuesta para verlo.
🔍 Dato Curioso Bíblico
La
palabra griega para "confiadamente" en Hebreos 4:16 es parresía.
Este
término es rico y multifacético. Significa:
·
Libertad
para hablar
No tienes que medir cada palabra. Puedes ser honesto. Brutalmente honesto si es
necesario.
·
Ausencia
de temor
No el miedo paralizante de ser rechazado. No el terror de ser castigado.
·
Confianza
sin reservas
No guardándote nada por si acaso. Viniendo con todo lo que eres, con todas tus
grietas.
·
Acceso
sin barreras
No hay puertas cerradas. No hay "vuelve más tarde." No hay
"necesitas una cita."
En el
mundo antiguo, parresía era el privilegio de los ciudadanos libres que
podían hablar abiertamente ante las autoridades.
No era
para esclavos que tenían que medir cada palabra. Era para aquellos que tenían
derechos, que tenían acceso, que podían hablar con confianza.
Y eso
es lo que Cristo nos dio.
No
somos esclavos acercándonos con terror a un amo cruel. Somos hijos acercándonos
con confianza a un Padre amoroso.
🤔 Preguntas Para El Alma
Sé
completamente honesto:
·
¿Me
acerco a Dios con confianza o con miedo?
·
¿Qué
me impide descansar plenamente en Él?
·
¿Creo
que Dios realmente está disponible para mí?
·
¿Qué
cambiaría en mi vida si confiara más en Su presencia?
🌱 Pasos Prácticos Para Esta Semana
Acciones
concretas para construir confianza:
✅
Háblale a Dios con honestidad, sin filtros.
Dile lo que realmente sientes. Las dudas. Los miedos. La rabia incluso. Sin
editarte.
✅
Permítete descansar en Su presencia sin explicaciones.
Solo estar. Sin agenda. Sin pedir cosas. Solo estar con Él.
✅
Recuerda varias veces al día:
"Su abrazo no depende de cómo fue mi día. Depende de Su amor
inmutable."
✅
Cuando sientas el impulso de huir, haz lo contrario.
Cuando falles y quieras esconderte, corre hacia Él. No lejos de Él.
✅
Practica acercarte cada día.
Aunque sea 5 minutos. Aunque no sientas nada. Construye el músculo de la
confianza.
💭 Pensamiento Del Día
"Confiar
en Dios es saber, sin ninguna duda, que siempre hay brazos abiertos
esperándonos. No brazos que se abren ocasionalmente. Brazos que nunca se
cierran."
🙏 Oración
Dios,
enséñame a confiar en Ti.
A
acercarme sin miedo.
A descansar en Tus brazos.
A creer que siempre estás allí para mí.
Gracias
por ser un refugio seguro y un Padre fiel.
Amén.
✨ "La confianza en Dios no elimina los temores
ni responde todas las preguntas. Pero nos recuerda, una y otra vez, que nunca
los enfrentamos solos."
📲 Síguenos Para Más Contenido
Que Edifique tu Vida
🔸 Canal de WhatsApp: Destello de
Vida
🔸 Grupo WhatsApp: Únete Aquí
🔸 TikTok: @destellode.vida
🔸 YouTube: Destello de Vida
🔸 Instagram: @destellode.vida
🔗 Todos los enlaces disponibles aquí
🤝 Comparte Este Devocional
Tal vez
alguien necesita recordar hoy que puede confiar en Dios. Que no tiene que esperar a
estar "listo." Que hay brazos abiertos—ahora mismo, en este
momento—esperándolo. ✨
No hay comentarios.:
Publicar un comentario