"Voy,
pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar,
vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros
también estéis."
— Juan
14:2-3 RVR60 📖
🌿 Quizá hoy te sientas cansado. Tal vez tu corazón ha
visto demasiadas despedidas, demasiadas luchas, demasiadas noches largas.
Y es en momentos así cuando más necesitamos escuchar la voz de Jesús diciendo:
"Yo me voy, pero no te abandono. Estoy preparando un lugar para ti. Voy a
volver. Te llevaré conmigo."
Estas
palabras de Jesús no fueron dichas al azar. Jesús las pronunció justo antes de
enfrentar la cruz. Sabía que sus discípulos se quedarían con miedo,
incertidumbre y dolor. Por eso les habló de algo seguro, inquebrantable, que no
dependía de circunstancias: su destino eterno.
🏡 Un lugar para ti
A veces
vivimos como si todo lo que tenemos aquí fuera definitivo: la casa, el trabajo,
los logros, incluso las preocupaciones.
Cuando
Jesús habla de “preparar lugar”, no se refiere a una morada genérica. Ese lugar
lleva tu nombre.
La
Biblia nos recuerda una y otra vez que somos peregrinos y extranjeros (1 Pedro
2:11). Estamos de paso.
La vida aquí es como una habitación temporal, y Jesús ya está preparando
nuestra casa definitiva. Una casa donde:
- No habrá llanto ni dolor (Apocalipsis 21:4).
- No habrá más enfermedad ni muerte.
- No habrá más despedidas.
Es tu
hogar definitivo, y lo está preparando Aquel que conoce cada detalle de tu
alma.
No es solo un espacio, es Su compañía eterna. Es la certeza de que nunca más
estarás lejos de Él.
❤️🩹 La esperanza que sostiene el alma
Cuando recordamos que nuestro destino final está en la presencia de Dios, las
cargas que hoy nos agobian se sienten más ligeras.
El dolor no desaparece, pero deja de tener la última palabra.
La tristeza no se niega, pero es abrazada por una esperanza más grande.
Es como
el cansancio de un viajero que sabe que falta poco para llegar a casa: el
camino puede ser duro, pero la certeza del destino le da fuerzas para seguir.
Como
dice 2 Corintios 4:17: "Porque esta leve tribulación momentánea produce
en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria."
💡 Cómo vivir con la mirada en lo eterno
- No te aferres a lo que perece: todo lo material es temporal; invierte más en lo que tendrá valor eterno. Tu amor, tu servicio, tu generosidad y tu fe son tesoros eternos.
- Perdona y suelta: la eternidad no tiene espacio para rencores; empieza a soltar desde ahora. No vale la pena cargar cadenas en un camino tan corto comparado con la eternidad.
- Llena tu corazón de la Palabra: lo que siembres hoy en tu espíritu será parte de tu eternidad.
- Habla de Cristo: nuestra misión aquí es invitar a otros a ese hogar eterno. No guardes para ti la noticia de que hay un hogar preparado por Cristo; otros necesitan saberlo.
📌 Hábitos para vivir con la mirada en casa
- Orar al comenzar el día: inicia recordando que estás de paso, que tu meta final es estar con el Señor, y pídele vivir hoy con esa perspectiva.
- Nutrirte
de la Palabra:
dedica momentos a leer pasajes que despierten la esperanza y fortalezcan tu fe
en la promesa eterna.
- Practicar
la gratitud intencional:
lleva un registro mensual de las evidencias de la fidelidad de Dios en tu vida.
- Simplificar
la vida: reduce lo
que ocupa espacio innecesario en tu mente y corazón, para dejar más lugar a lo
que tiene valor eterno.
- Servir
con propósito:
invierte tiempo y energía en el bienestar espiritual y emocional de otros,
sabiendo que ese fruto permanece.
- Vivir
en comunidad:
rodéate de personas que compartan tu fe y te recuerden que este no es tu
destino final.
- Despedirse
con esperanza:
frente a una pérdida, aférrate a la certeza del reencuentro en Cristo y deja
que esa verdad transforme tu duelo.
🌱 Preguntas para reflexionar
- ¿Estoy viviendo como si este mundo fuera mi casa definitiva?
- ¿Qué cosas estoy acumulando que no tienen valor eterno?
- ¿A quién puedo compartirle hoy la esperanza de un hogar eterno?
💭 Pensamientos del día
"Nuestro
destino eterno está seguro, no por lo que hacemos, sino por lo que Cristo ya
hizo." 🕊️
🙏 Oración
Señor, gracias por recordarme que este mundo no es mi hogar final.
Gracias porque, mientras vivo aquí, tengo la certeza de que Tú me esperas en un
lugar donde no habrá más lágrimas ni dolor.
Enséñame a vivir con los ojos puestos en lo eterno, a soltar lo que me ata y a
compartir esta esperanza con quienes aún no la tienen.
Amén.
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