Imagina por un momento tu vida como un hermoso templo, un lugar sagrado creado por Dios, donde Él desea habitar y manifestar Su gloria. Este templo, tu vida, está diseñado para ser un reflejo de Su amor y de Su poder transformador. Sin embargo, al igual que en el templo de Jerusalén, muchas veces dejamos que los ladrones entren y conviertan ese lugar sagrado en una cueva de caos.
¿Por qué Jesús se enojó tanto al ver lo que sucedía en el templo? Porque vio que lo que debía ser un lugar de oración y encuentro con Dios, un espacio dedicado a la adoración, se había convertido en un mercado de intereses humanos. El templo había perdido su propósito. Jesús sabía que la verdadera adoración no se trataba de hacer transacciones, sino de un corazón rendido y dispuesto a ser transformado. Así, al ver el desorden y la falta de reverencia, echó a los mercaderes y cambió el rumbo de ese lugar.
Hoy, Jesús nos llama a hacer lo mismo con nuestra vida. Nuestra vida no está destinada a ser un refugio para el caos ni un lugar donde los miedos, las inseguridades y las distracciones encuentren espacio. Cada pensamiento negativo, cada procrastinación, cada duda que nos invade, son como mercaderes que nos roban el propósito que Dios ha puesto en nosotros. Estos ladrones internos nos desvían, nos hacen olvidar quiénes somos y hacia dónde vamos.
El ladrón de la procrastinación nos roba el tiempo que podríamos invertir en crecer en Cristo, en fortalecer nuestra fe y en aprender. El ladrón de la inseguridad nos impide abrazar el propósito de Dios para nuestras vidas, haciéndonos creer que no somos capaces de cumplir Su voluntad. Y el ladrón del ego nos desenfoca de lo que realmente importa, haciéndonos pensar que todo gira en torno a nosotros mismos y no a la misión divina de servir y amar.
Es hora de levantarnos, de ser como Jesús en el templo, y echar fuera todo lo que nos roba nuestra paz y nuestro propósito, permitiendo que Dios sane nuestro interior. No podemos permitir que la distracción, el miedo y la duda gobiernen nuestras mentes. Dios nos ha llamado a algo mucho más grande que nosotros mismos: vivir con propósito, ser testigos de Su amor, crecer como individuos e impactar a los demás a través de nuestras acciones.
Vivir con propósito es un camino que requiere valentía. Es abrazar cada día como una oportunidad para alinearnos con los planes de Dios. Implica tomar tiempo para reflexionar, para sanar, para aprender a perdonar, para cultivar relaciones auténticas y para enfocarnos en lo que realmente importa: el amor, la fe y la esperanza.
Cuando echamos fuera esos ladrones internos, nos liberamos para cumplir la misión que Dios ha puesto en nuestro corazón. Cada paso que damos hacia Su propósito es un paso hacia la libertad y hacia una vida llena de significado. Vivir con propósito no es solo una meta, es una respuesta a la gracia de Dios, un llamado a vivir cada día con pasión y dedicación, sabiendo que somos instrumentos de Su paz, Su verdad y Su amor en un mundo que necesita de ambos.
📖 Lectura Bíblica:
"Les dijo: «Las Escrituras declaran: 'Mi templo será llamado casa de oración', ¡pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones!»"
— Mateo 21:13 NTV
🙏 Oración:
Señor, hoy queremos que limpies el templo de nuestro interior, echando fuera todo lo que nos roba la claridad y la paz. Ayúdanos a vivir con propósito, alineados con Tu voluntad y reflejando Tu amor a todos los que nos rodean. En el nombre de Jesús, amén.
💡 Pensamiento del Día:
Nuestra vida es un templo donde Dios desea habitar. Expulsemos todo pensamiento que nos aleje de nuestro propósito y permitamos que el amor de Dios llene cada rincón de nuestro corazón, guiándonos hacia lo que Él ha preparado para nosotros.
🌐 Redes Sociales: https://linkr.bio/DestelloDeVida ✨
No hay comentarios.:
Publicar un comentario